Miquel Tulleuda i Viladrich
"Mamá, hoy ha sido un día emocionante. Hemos jurado ante Dios trabajar para la recristianización del obrero, esto es, para llevar al obrero a Dios y luchar hasta morir por esta causa."
(Grup 285: "Renaixença", de la Colonia Vidal)
Miquel Tulleuda nació el 23 de agosto de 1913 en Brics, un nucleo perteneciente al municipio de Olius, en la comarca del Solsonès (Lleida). A la edad de diez años ingresa en el Seminario de Solsona. De los diez hasta los catorce años estudia en el Seminario de Solsona. A los catorce años decide salir del Seminario y hacerse cargo de su madre y hermanos a causa de la muerte de su padre. Cuando empieza su profesión como obrero en el ramo del textil, quiere ejercer esta profesión con la máxima perfección, por lo cual, aprovecha los domingos para hacer consultas y corregirse con un profesor que venia de Manresa a estas colonias. Gran parte de su formación la hizo de forma autodidacta.
Empieza como aprendiz de tejedor en una fábrica de la localidad del Guixeró, de aquí pasa a otra fábrica de la Colonia Vidal en donde se pone a estudiar "la teoría de los tejidos". Solicita la plaza de ayudante de contramaestre, puesto que se le niega. Por este motivo y una serie de hechos injustos, decide buscarse un nuevo trabajo. Cuando la ocasión le fue propicia entra a trabajar en Casserres como ayudante de contramaestre hasta que más tarde ocupa el lugar de contramaestre en la colonia Rosal.
Vida
Los primeros años de su vida vive en Brics, pero poco después, la familia se traslada a Solsona. Más tarde se trasladan a la colonia del Guixeró y luego a la Colònia Vidal.
Tulleuda fue un joven con una gran responsabilidad tanto humana como cristiana; esto fue evidenciado al morir su padre cuando se hace cargo de su madre y hermanos. Era una persona alegre y llena de proyectos e ideales. Entró en relación con una joven con la cual habían proyectado ya su matrimonio, hecho que se vio truncado por su muerte heroica.
Sus compañeros dijeron de él: «Fue sin duda el más eficaz de todo el grupo de apostolado» o «nosotros confiábamos en Dios y en las armas, él, sin embargo, confiaba y trabajaba solamente por Dios». También dijeron de él que fue un hombre muy generoso, sencillo y franco, y al mismo tiempo sabía inspirar respeto.
No se le veía nunca enfadado ni melancólico, tampoco eufórico, era de actitud seria, pacífica, piadosa, reflexiva, bondadosa y recta. Se escapaba muy directamente de las conversaciones que no le gustaban y siempre excusaba los defectos de los demás. La salida del seminario no fue motivo para que dejase la vida de autentico apostolado, sobre todo, enfocado al mundo obrero donde se desarrolla su vida. En varias ocasiones, dentro del ámbito de trabajo sabe encontrar el momento para dirigirse a sus superiores con las palabras oportunas en cuanto al trato digno y humano que merece todo obrero.
Las encíclicas sociales de León XIII fueron una de las doctrinas de gran estima e interés para él.
Participa en Barcelona en unos cursillos sobre "Cuestiones Sociales". Su ideal fue siempre luchar por la dignidad y los derechos de los obreros. Sin embargo, esta lucha la llevó a cabo de una forma ejemplar. Aunque comprendía que en momentos de peligro se debían usar las armas, el nunca las utilizó, decía –que su mejor arma era el rosario– y también: "No con armas se convence a las personas sino con buenas palabras y obras".
Cuando se funda en Cataluña la Federació de Joves Cristians (FJCC), fue secretario del grupo que se creó en la Colònia Vidal y se llamó Renaixença.
En el año 1935 asistió en Madrid a un cursillo del Instituto Social Obrero como representante de la Unión de Trabajadores Cristianos, obra de Ángel Herrera entonces periodista y más tarde sacerdote y obispo de Málaga.
Su transparente trayectoria cristiana y obrera le creó dificultades en el trabajo y, también, odio de los extremistas revolucionarios.
Si alguna vez le felicitaban por algún escrito o discurso, siempre se quitaba importancia diciendo: «Dios me lo ha dado todo para invertirlo para bien de los demás.»
Aprovechaba sus ratos libres para visitar a los enfermos.
Persecución y presunto martirio
Miguel Tulleuda presintió, amó, y deseó el martirio como coronación de su entrega a Dios.
También ante el temor de su madre a perderle, él le decía que su vida no tenia ninguna importancia ante una causa tan santa y, también añadía: «Ya sabes madre, que la sangre de los mártires es semilla de cristianos.»
En 1935, con ocasión de un encuentro de los jóvenes cristianos que tuvo lugar en Queralt hizo un discurso en el cual dijo: «No me sabría mal ser el primer mártir, mientras que España se salve y triunfe la Religión Católica».
Advertía a menudo a sus hermanas que se prepararan para cuando vinieran tiempos difíciles, que se armaran de una gran virtud y fortaleza, porque se encontrarían con muchos peligros.
Miguel estaba escondido con otros seglares y sacerdotes en la casa rectoral de Castelladral; eran conscientes de los peligros a los cuales estaban expuestos e hizo el comentario: "¡Quien sabe si a alguno de nosotros nos mataran...! pero si esto ocurriera –dijo– yo ya estoy preparado".
Los revolucionarios los sacaron de allí, y se fueron escondiendo en otros lugares, pero Tulleuda echaba de menos a su familia y aunque fue advertido por sus compañeros, no temiendo a la muerte, decidió volver a su casa porque quería saber como estaba su madre y hermanas. Entre tanto éstas van en su busca para rogarle que no se mueva, pero él ya estaba en camino a su casa; sin embargo, no le dio tiempo de llegar, lo detuvieron en la carretera y lo llevaron al Comité Sindical rojo de Puig-reig donde pasó horas terribles.
En esta angustiosa espera decía a su madre: «Vete, vete, que ya estoy bien...», y cuando lo arrancaron de los brazos de su hermana dijo: «Dile a mamá que no sufra..., ya le escribiré...»
Aquella noche, los verdugos, se cebaron en la agonía del mártir y lo asesinaron en Sallent (29-7-1936).
Fama
El recuerdo lejano de Miguel Tulleuda todavía está presente en la memoria de algunas personas. En lo que estaban de acuerdo todas las opiniones es que lo mataron porque era buen cristiano y comprometido. Era una persona de misa, no se escondía de su condición de creyente y practicante, era un católico declarado.
Tenía una fuerte vida espiritual, con una práctica de los sacramentos y una gran confianza en Dios y la oración. Con esta experiencia personal se preparaba para un posible martirio, que no buscó pero que aceptó en el momento en que llegó, y lo vivía con gran intensidad espiritual, la gracia del martirio a favor de todo el mundo obrero y muriendo por Cristo Obrero, Cristo Crucificado.
Su modelo era Jesús. Formaba parte de la Federación de Jóvenes Cristianos de Cataluña, el grupo de la "Colònia Vidal" y al mismo tiempo fue organizador de la Unión de Trabajadores Cristianos en el Alto Llobregat. Se le recuerda por su energía apostólica, con el deseo que los jóvenes y los obreros viviesen cristianamente, con una vida virtuosa centrada en la vivencia del Evangelio y la amistad con Cristo. Su compromiso fue muy grande y recordado.